Eppocalipsis
Por Eppo Cardelo
Universo, espacio, tiempo…
Nuestra vida está influenciada por la búsqueda de nuestro espacio vital, de nuestro espacio natural, donde somos lo que somos sin tapujos, sin equidistancias. Ese espacio real en el que habitamos, en el que nos protegemos o para resumirlo de alguna manera, en el que crecemos y vemos crecer a nuestros hijos no es otro que nuestro hogar.
El hogar, el “dulce hogar” es refugio de nuestras batallas y base para nuestra existencia, como clan, como familia, como unidad.
Es donde se esconden nuestros más preciados secretos y donde moran sin tapujos nuestras realidades. Es en definitiva el pequeño universo donde nos mostramos como somos, limpios, sucios, sanos, enfermos, alegres, tristes, esperanzados, el lugar donde habita nuestro cielo protector…

Dulce hogar…
Pero un hogar, el hogar, no solo debe ser creado como un entorno que nos permita vivir en un ambiente limpio y fresco, equilibrado y ventilado, cálido e iluminado, fascinante en sus espacios y enigmático en sus detalles, recreando gracias a las texturas de los materiales constructivos y decorativos el equilibrio del hombre con la naturaleza.
“la belleza de lo hermoso”
Como interiorista y comunicador, siempre he sentido la necesidad de crear ambientes en los que la naturaleza estuviera de alguna forma reflejada y presente en los espacios que habitamos, por lo que la luz y el color, los materiales nobles y las nuevas tendencias arquitectónicas deben fusionarse en perfecta simbiosis con las necesidades físicas y espirituales de las personas. Un espacio que comunique paz, serenidad y equilibrio.
Siempre se ha dicho que el arte no es más que el intento de plasmar o fijar en un lienzo, un libro, con la voz o un instrumento musical o mediante la expresión corporal, la hermosura de los sonidos y las imágenes que nos brinda la naturaleza.

Arquitectura y naturaleza
Y así es. Tengo el convencimiento de que cada pincelada, cada impresión de textura y cada creación arquitectónica, deben tener como objetivo la belleza de lo hermoso, la libertad del ambiente y la comunión del ser con su entorno.
Pero nada de eso sirve si arrastramos y nos llevamos a casa la toxicidad del ambiente externo. Un hogar debe ser el lugar donde aliviemos nuestros problemas, donde encontremos el amor y la comprensión, la paz y la protección. Un lugar sagrado donde crecer en armonía, donde compartir todo lo que verdaderamente somos. En un mundo en donde cada vez más se utilizan las palabras “Sociedad y solidaridad” se da la paradoja de que y cada vez más, los seres humanos viven más su mundo interior que el exterior, algo que podemos comprobar en nuestras calles y en nuestras casas, o en el metro o autobús e incluso en los restaurantes.
La fascinante, positiva y maravillosa tecnología…
…nos ha llevado a que la gente no observe ni perciba muchas de las cosas que les rodean y prefieran bajar la mirada y estar pendientes de sus teléfonos celulares, tablets u ordenadores.
Cualquier estupidez que un usuario cuelgue en la red social de turno, o los persistentes mensajes de WhatsApp y demás aplicaciones, son más importantes que la vida misma que nos rodea, algo que y sin darnos cuenta, nos está convirtiendo en seres alienados y drogodependientes del sonido irresistible de la llegada de un mensaje.
“Incluso el sexo en pareja…”
Esta necesidad de “Conexión Virtual” ha conseguido que los hogares donde habitan las familias, estén prácticamente vacíos de comunicación interna y rebosantes de una engañosa comunicación externa relacionada con los mundos virtuales, en donde las familias ya no tienen cabida como antaño, cuando las conversaciones del día, las ideas, los juegos y el calor familiar eran el bálsamo que todo lo curaba.
Incluso el sexo en pareja pasa a un segundo plano, al menos, hasta que uno e incluso los dos “No hallan revisado primero el correo y sus mensajes de las redes sociales”

El comienzo…
Si. Un hogar, nuestro hogar, ha de servir para limpiar nuestras emociones del duro ambiente laboral, del agotamiento por nuestro esfuerzo para llegar a fin de mes, para encontrar el amor y darlo, para compartir con todos nuestros seres queridos los mejores momentos de nuestras vidas y para sentirnos protegidos de la toxicidad del mundo exterior, no podemos convertirlos en oscuros departamentos donde todos se oculten en sus virtuales universos de espacio tiempo en donde la realidad se aparta para vivir lo irreal.
No olvides nunca tu niñez y tu pasado
Me gusta la tecnología pero amo mucho más una sonrisa y una mirada furtiva, unas velas y una copa de vino, una chimenea y la sedosa conversación y comunicación que nos ha llevado a los seres humanos a unirnos y a formar familias y amigos. La vida es maravillosa y nuestros ojos se hicieron para ver y disfrutar de los colores de todo lo que nos rodea no para tenerlos pegados todo el día en una pantalla de teléfono o de computadora.
Sé que no sirve de nada crear un bello hogar cálido, hermoso y acogedor si en realidad no se vive y no se disfruta. No olvides nunca tu niñez y tu pasado. No olvides cuando en tu casa se vivía y se compartían las victorias y las derrotas. No olvides cuando compartías aquellos bellos momentos con esas personas amadas que ahora no están.
No olvides tu pasado y conocerás tu futuro.
Un hogar sin el calor humano no es un hogar, da igual que vivas solo o en compañía porque ese lugar es tu hogar… nuestro hogar…nuestro cielo protector…
Eppo Cardelo